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A vueltas con la formación

No por mucho comentarlo deja de ser relevante, y en la situación actual cobra una mayor importancia lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo. En estos tiempos convulsos en los que la pandemia nos ha dejado huérfanos de normalidad en todos los sentidos desde hace ya casi dos años, no hemos dejado de intentar normalizar constantemente todas y cada una de las situaciones en forma de restricciones que nos han llegado desde los órganos pertinentes. Nos hemos adaptado siempre a lo que nos han marcado desde los estamentos correspondientes y hemos intentado continuar con la formación de nuestros deportistas de la mejor manera posible.

A raíz de un hilo que leí en Twitter de un entrenador de formación, Ángel Tripiana (@TripiCoach), sobre la formación y las quejas (constructivas) de padres/madres de jugadores respecto a los entrenadores de formación, he decidido escribir sobre lo que pienso dado que hay mucho a tener en cuenta en la formación de los jugadores, sobre todo en el caso de jugadores jóvenes (Mini – Premini), y todos tienen su parte de razón. Voy a escribir como entrenador y como padre a la vez, intentando ser honesto en cada momento con lo que creo y hago, tanto en un contexto como en el otro.

En la formación de los jugadores intervienen muchos actores y todos ellos deberían de ir de la mano, desde el entrenador hasta el entorno, pasando por los DT, los clubes y algo que a veces se olvida como es la sociedad en que vivimos, una sociedad cambiante que hace que la manera en que educamos y formamos cambie con ella.

Algunas de las quejas en el hilo son la importancia le dan algunos entrenadores a la victoria por delante de otros aspectos como la técnica individual, los gritos de los entrenadores a los jugadores (recordemos que son minis y preminis), la importancia de cerrar marcadores o la dureza física rozado el límite del reglamento. Es evidente que en la vida todo es una competición y debemos preparar y enseñar a los jóvenes deportistas a competir. La competición no es mala, todo lo contrario, el problema viene cuando en esa competición solamente vale ganar. Es ahí donde hay que analizar por qué y corregir dado que el solo hecho de no ser capaces de asumir la derrota va a llevar a muchos deportistas a la frustración y en muchos casos al abandono de la actividad. Todos hemos visto por la TV entrenadores gritando a sus jugadores, profesionales por cierto, y nos hemos hecho eco de ello en redes sociales. No por ser profesionales está mejor, pero lo que está claro es que no es una buena manera de comunicarse, al margen de que si el jugador se acostumbra a los gritos poco reaccionará cuando el entrenador quiera utilizar eso para un cambio de actitud o cualquier corrección técnica. También hablan de la importancia de cerrar marcadores que en categorías de formación, que no debe ser un objetivo, una cosa es competir y otra ir a cerrar marcador desesperadamente, quizás eso haga creer al entrenador que su equipo es mejor o que él mismo es mejor por cerrar más marcadores o hacerlo lo antes posible pero finalmente denota una equivocación en el objetivo final. Si el objetivo final de un partido es que los jugadores aprendan algo y sean un poquito mejor que antes de jugar ese partido, no es una opción buscar cerrar marcadores dado que no les va a servir para ser mejor jugadores, lo mires por donde lo mires. El partido en formación debe ser una continuación de los entrenamientos. Enseñemos a competir, esforzarse, comprometerse, trabajar en equipo, responsabilizarse.



En el contexto que nos ha tocado vivir los últimos dos años, los entrenadores se han tenido que reinventar en la mayoría de las ocasiones. Un entrenador diseña, antes de empezar una temporada, una planificación con unos objetivos en función de la edad y categoría de los jugadores que va a entrenar. En situación normal esa planificación sufre cambios diversos durante la temporada porque los jugadores tienen un ritmo de aprendizaje determinado (y cada jugador es diferente y tiene ritmos diferentes) y hay que ir adaptándola y reorganizar las tareas para poder terminar la temporada alcanzando la mayoría de los objetivos marcados. En la situación actual los cambios han sido el pan nuestro de cada día, con la dificultad que conlleva para organizar una temporada.

Todo este trabajo que desarrollar por los entrenadores, que deben velar por la progresión y la mejora técnica, táctica, física y emocional, debe estar supervisado por los directores técnicos o coordinadores, por los clubes, en definitiva. Quién marque las pautas para el trabajo del entrenador tiene que ser el director técnico o coordinador, que además debe hacer un seguimiento del trabajo de cada entrenador y corregir esos posibles errores. Hay líneas rojas que no se deben traspasar y que se deben controlar por parte de los clubes. Aunque en ocasiones son esos mismos directores técnicos, coordinadores o clubes los que fomentan esos comportamientos en aras de ganar partidos y quedar arriba en la clasificación. Es, por tanto, muy importante saber cuál es el proyecto deportivo de cada club cuando un deportista va a empezar a entrenar en un determinado club. Además, es importante conocer quién va a ser el entrenador y como trabaja bajo las directrices del club.

Hay otra parte implicada en la formación de nuestros deportistas, el entorno, los padres/madres de esos chicos/as. Intervienen, de la misma manera que los entrenadores en esa formación y en ocasiones en vez de complementarla la invaden creyendo hacer un favor cuando hacen todo lo contrario. Es evidente que no todos los padres/madres hacen eso de la misma manera que no todos los entrenadores cometen los errores anteriormente citados. Estamos ante unas generaciones que, por la sociedad en la que vivimos, están acostumbrados a la inmediatez en todo lo que quieren o necesitan. Y los padres somos responsables de ello por la sobreprotección que ejercemos sobre ellos, yo el primero como padre.

Este vídeo de Darío Fernández (@daroFernandez78) en su Twitter nos enseña un poco lo que ocurre muchas veces con los jugadores jóvenes.


En todo caso hay que lidiar muchas veces con situaciones nada agradables que, sin quererlo por parte de unos y otros, hacen el trabajo del entrenador harto difícil. El entorno de los jugadores tiende a seguir la línea que se utiliza en la educación propiamente dicha en casa, es decir, si en casa el niño hace lo que quiere y no se le ponen límites, querrá hacer lo mismo en la pista con lo que será un motivo de conflicto. Un equipo requiere de unas normas de convivencia, de unos valores y unas directrices que ordenen y hagan funcionar el grupo humano. Me refiero a simples normas como la puntualidad, responsabilidad, saludar al llegar o marcharse, etc.

Una de las cosas más desagradables para un entrenador es ver que un jugador está mirando constantemente a la grada porque le están dando indicaciones desde allí. Pasa más de lo que nos creemos porque se está encima del niño, incluso cuando está haciendo el deporte que le gusta. No beneficia al niño, que recibe una información de su entrenador y otra de su “padre/madre entrenador”. Acercarse al banquillo a llevarle el agua, cargar con la bolsa después del entrenamiento o partido, ir hasta el banquillo a guardarle la ropa en la bolsa, saltar a la pista cuando “se ha hecho daño”. Todo ello son situaciones que se dan y que no hacen ningún bien al niño, pero tampoco al equipo ni, por supuesto, al entrenador, que debe lidiar con eso porque el padre/madre cree que está haciendo lo correcto. Y no, no es lo correcto porque están interfiriendo en el trabajo del entrenador. Los entrenadores saben cuándo un niño se ha hecho daño y van a ser los primeros en saltar a la pista si es necesario. Quizás debamos recordar que tienen formación para ello, de otro modo no podrían entrenar equipos. Si no saltan a la pista es porque no se ha hecho mucho daño y simplemente está en el suelo por impotencia ante una situación que no ha sabido resolver. Saben lo que hacen y como lo hacen.

Hay padres que por el hecho de haber jugado muchos años a baloncesto creen que saben más que el entrenador de su hijo, que podría ser, y pueden interferir y corregir lo que el entrenador trabaja, comentarlo con los demás padres y con su hijo y conseguir que el resto de los padres y el niño en cuestión dejen de creer en el trabajo del entrenador. Puedes saber mucho de baloncesto y no tener ni idea de cómo entrenar a un equipo mini que, dicho sea de paso, deben aprender primero a ser personas, buenas personas y después ya iremos al baloncesto. Seguramente ningún padre irá a explicarle a un profesor de inglés o de matemáticas cómo debe hacer su trabajo y cuándo incluir según qué materia, pero en baloncesto eso es válido por haber jugado o por haber visto un millar de partidos de baloncesto. No es tan fácil todo como para eso.

Para acabar con el post me queda decir que ni todos los entrenadores son como hemos comentado ni, por supuesto, todos los padres interfieren en el trabajo de los entrenadores. Aunque sí que creo que la proporción ha aumentado en los últimos tiempos.


 opinión: 

 

Acostumbro, desde mis inicios, a entrenar, sobretodo, equipos de formación. Entiendo que la formación es la base que tiene cada jugador para construir su manera de expresarse en la pista.

Lo que será el jugador cuando llegue a senior depende de lo que se haya trabajado con él en edades tempranas de formación.

Actualmente hay una tendencia a apostar por los resultados y los títulos a costa de ese tiempo de formación.

 próximos eventos: 

 

Campeonato de España de Selecciones Autonómicas de Minibasket (San Fernando)

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