Baloncesto de Formación y Confinamiento
Cuando el confinamiento despierta la ley de la selva
Vaya por delante que no acuso a nadie en especial y que creo firmemente que el problema es de todos y que solamente lo podemos solucionar entre todos.
Hemos estado confinados e inmersos en una especie de burbuja unos 3 meses a causa de un virus que ha cambiado muchas cosas en nuestra manera de hacerlo todo en nuestra vida cotidiana. Desde el trabajo, quién ha tenido la suerte de poder conservarlo, hasta cualquiera de las actividades que nos ocupaban habitualmente. El caso del deporte no ha sido una excepción, ya sea deporte profesional o deporte amateur. Dicen que hay que adaptarse a los tiempos y estamos ante unos cambios que han llegado para quedarse, por el momento, y en este nuevo contexto deberemos reinventarnos.
En la red podemos encontrar mucho material para poder llevar este confinamiento de la mejor manera posible, pero también es cierto que debemos saber filtrar y encontrar lo que realmente nos va a servir en función de lo que queramos trabajar y de la categoría que entrenamos, no todo vale para todo el mundo.
Desde un primer momento hemos podido ver infinidad de webinars de formación para entrenadores que han durado todo el confinamiento y que, a día de hoy, continúan ofreciendo temas interesantes con los mejores entrenadores posibles en cada una de sus “especialidades”.
En lo que respecta a los jugadores, creo que casi todos los clubes han hecho esfuerzos por seguir algún tipo de rutina que no dejase a sus jugadores huérfanos de baloncesto durante tanto tiempo y hemos podido ver en las redes todo tipo de actividades físicas y diferentes retos para mantener el tono de los jugadores.
Normalmente, llegados a estos momentos de la temporada, empieza el baile de llamadas entre clubes y padres de jugadores, o lo que es peor, de clubes y jugadores (menores por cierto). Me explico y parto de la base de que es muy licito que alguien decida cambiar de club en un momento determinado. Las razones pueden ser muy diferentes. Lo que está ocurriendo en este período es algo que perjudica seriamente al deporte de formación. Todos entendemos que los clubes/equipos puedan reforzarse con uno o dos jugadores. Lo que es, a todas luces, un mal síntoma es que un equipo cambie hasta 8 o 9 jugadores en una temporada. Es más, puedo dar fe de que hay equipos que cambiando a la mayoría de los jugadores la temporada pasada ha vuelto a hacer lo mismo de cara a la temporada que viene. ¿Razón? No pueden competir en la competición en que han decidido que lo van a hacer.
¿Qué han hecho durante la temporada que acaba de terminar? ¿Eran buenos jugadores hace un año y ahora ya no lo son? El baloncesto de formación es eso, FORMACIÓN, y cada club debería dedicarse a formar a sus jugadores y competir en la competición o nivel que le permitiera el nivel de la formación impartida a sus jugadores. En este sentido encuentro muy bien que cada club tenga su proyecto basado en escalar niveles de competición, pero quizás eso se nos esté yendo de las manos. Cada día, el baloncesto de formación, se parece más al futbol profesional o el baloncesto NBA en cuanto a la manera de confeccionar las plantillas de los equipos de cualquier club. Y no se salva nadie.
Deberíamos de ponernos de acuerdo en lo que significa baloncesto de formación y respetar las decisiones adoptadas. ¿Tan difícil es? Yo mismo me inicié en un colegio como entrenador y solamente con los jugadores que eran alumnos de ese colegio. Conseguimos competir en las competiciones de máximo nivel delante de equipos como Joventut o Barça. Jugábamos en el patio del colegio y teníamos jugadores que eran capaces de competir ante cualquier rival.
¿Era posible antes y no es posible ahora? ¿Cómo lo hacíamos? A estas alturas pienso que éramos conscientes de que trabajábamos con los jugadores que teníamos y no había más. Quizás eso era lo que diferenciaba el trabajo de antes con el de ahora. Parece ser que se ha hecho extensiva esa sensación de que si un jugador no funciona como el club cree se va buscar otro jugador al club de al lado y solucionado. Ahí creo que está una de las diferencias.
Por otro lado, existe otra posición que antes tampoco existía, que es el del lado del entorno del jugador. Antes nadie se planteaba ir a un sitio o a otro, pero en este momento, y cada vez con más frecuencia y más generalizado, cuando llega el mes de enero se empieza a notar esa inquietud por buscar dónde se puede ir a jugar en un nivel superior o simplemente cambiar de club por diferentes motivos, que pocas veces tienen que ver con la progresión del jugador y sí con la posibilidad de “ganar” más partidos.
Como padre y entrenador que soy me planteo muchas cosas cuando hay tomar decisiones al respecto de dónde deben jugar mis hijos. Desde el proyecto global del club o el proyecto individual del equipo o concretamente para mi hijo, hasta quién va a entrenar a mi hijo, quién es y qué valores le va a aportar a mi hijo. El nivel me importa poco si su formación como jugador y sobretodo como persona es la correcta. El nivel será el que él sea capaz de dar en la pista con su trabajo. Yo no puedo forzar a mi hijo a que haga algo que no quiere hacer, y por desgracia las pistas están llenas de padres que lo hacen constantemente. Le puedo exigir esfuerzo y compromiso, pero nada más que no quiera hacer.
El hecho de que haya algún padre de un compañero que crea que tiene que cambiar de club porque no es suficiente para su hijo crea una sensación de que eso es cierto y se hace “viral” entre los demás padres con lo que ello provoca a nivel de desasosiego entre los padres, que se retroalimentan y además “contaminan” el pensamiento de los jugadores con pájaros en la cabeza.
Desde la Federación se creó un código ético que casi nadie respeta. En ese código ético parece que dice que, si un club quiere o está interesado en un jugador de otro club, lo primero que debe de hacer es hablar con el otro club. A partir de ahí nos planteamos si realmente eso se está haciendo así. La respuesta es que NO en la mayoría de los casos, es más, muchas veces hay quién contacta directamente con los jugadores (menores de edad) vía whatsapp o vía redes sociales. Lo que cada uno vende es cosa suya pero lo que sí es cierto es que la mayoría no cumple lo que vende, o por lo menos en muy pocos casos.
Es evidente que cada club tiene un proyecto que tiene que vender para poder “captar” a esos jugadores que harán que ese proyecto tome forma. Y aquí es donde encontramos el gran problema, ¿es lícito mentir para conseguir los jugadores que queremos? ¿es lícito mentir sabiendo que lo estamos haciendo para conseguir a esos jugadores? ¿Es ésa la imagen que queremos dar de nuestro club? Quizás haya a quién no le importe, yo hace ya muchos años que tengo claro que cada mentira es una piedra que lastra mi credibilidad, y eso no es negociable para mí. Yo no miento, expongo mi proyecto, mis razones y a partir de ahí ya no tengo más que decir. Llamar día sí y día también a unos padres que ya te han dicho que no inicialmente me parece una muy mala manera de presionar a la gente, aunque en muchos casos consiguen aquello que buscan.
Bien, creo que es una foto bastante clara de lo que pasa actualmente en el baloncesto de formación y que, bajo mi punto de vista, es una manera equivocada de actuar por parte de todos. Y digo de todos porque creo que al final hasta los “grandes” cometen ese mismo error, aunque como son los grandes está bien visto en ese contexto. Para la manera de actuar de los grandes también habría para un artículo entero sobre ello, pero quizás en otra ocasión.