Incidencia del entorno en el jugador de formación (I)
- Lluís Escudero
- 7 nov 2016
- 5 Min. de lectura
Bajo mi punto de vista, hace tiempo que pienso que no estamos trabajando correctamente la formación de nuestros jóvenes deportistas. Para ello me baso, además de en mi experiencia personal, en algunos estudios y publicaciones de diferentes autores. Dado que hablamos de los más jóvenes debemos poner especial cuidado a la hora de trabajar con ellos y eso debe ser desde el entrenador hasta los padres pasando por clubes, etc. Voy a escribir de cada uno de los actores que intervienen en la formación del joven deportista. Entiendo que sirve para cualquier deporte ya que la situación, según mi parecer, debe de ser la misma con la diferencia de pequeños matices. En este caso hablo de baloncesto.
El orden por el que voy a escribir no tiene que ver con el nivel de importancia sino porque hay que empezar por alguno de ellos y lo haré aleatoriamente. Creo que cada uno tiene su importancia en el TODO que es la formación en el deporte y las consecuencias, a mi modo de ver.
Los entrenadores suelen hablar de la formación del jugador refiriéndose, sobre todo, al trabajo técnico, táctico e incluso físico. Hacen especial énfasis en estos aspectos y muchas veces, quizás, dejan de lado otro aspecto que tiene gran trascendencia en el trabajo del jugador. Estoy hablando del aspecto emocional, de cómo afecta psicológicamente el entorno en el jugador de formación.
Podemos definir el entorno como todas aquellas persones o entidades que rodean al jugador y que inciden directa o indirectamente en su formación, desde los padres y familiares a los entrenadores, coordinadores y directores técnicos, pasando por directivos, compañeros e instituciones. Voy a incidir, primero, en el ámbito familiar.
Dejo aquí debajo un pequeño vídeo de Pep Marí en que habla del entorno del deportista.
Los entrenadores tienen una gran cantidad de trabajo cuando encaran una temporada y se disponen a planificar todos los detalles a trabajar en función del grupo y la categoría en la que van a competir. A partir de esa planificación trabajan y se van encontrando elementos, algunos positivos y otros negativos, que los hacen ir reconfigurando esa planificación. Uno de los “detalles” importantes a tener en cuenta es la incidencia del entorno en cada uno de los jugadores. Es innegable, por ejemplo, que cada día hay más personas en la grada que animan, gritan e incluso corrigen las evoluciones de los jugadores en pista pero también el trabajo de los árbitros y anotadores. Todo eso que ocurre en la grada tiene una incidencia en la pista que puede ser negativa de cara al trabajo a desarrollar tanto por el jugador como por el entrenador.
Padres y Entorno Familiar
De un tiempo a esta parte estamos viendo un cambio en la manera de comportarse de los padres y el entorno familiar de los jugadores. Cada vez vemos más una tendencia de los padres a intentar participar y “controlar” todo lo que ocurre en el equipo y en el club en el que juega su hijo. Hasta no hace demasiado todo se limitaba a ir a los partidos y animar al joven jugador. Más tarde se pasó a dirigir al jugador o a sus compañeros, criticar al entrenador o al árbitro. Aunque también era cuestionable ese comportamiento todo ha ido a más y hemos subido un escalón más. En este momento no es nada raro encontrar padres que, más allá de animar a sus hijos en su actividad deportiva, se inmiscuyen, también, en la planificación del equipo y del club proponiendo constantemente cambios, jugadores a incorporar, etc. Probablemente lo hacen de una manera inconsciente y sin ánimo de perjudicar pero acaban por hacerlo puesto que acostumbran a no tener fin en sus acciones y apreciaciones.

Por una parte intentan “entrenar” a sus hijos para que sean los mejores con sesiones de entrenamientos que, ellos mismos preparan o buscan a otros entrenadores externos al ámbito del club, sesiones de entrenamientos de tecnificación fuera del club y campus en todos los momentos en que hay descanso de la competición. El hecho de querer que tu hijo evolucione y sea mejor está muy bien y, evidentemente, todos los padres queremos que nuestros hijos sean lo mejor posible en el deporte que practiquen pero muchas veces ese afán por hacerlos los mejores nos lleva a cometer errores como el sobreentrenamiento. El sobreentrenamiento lleva consigo una alta posibilidad de lesión con el perjuicio correspondiente, no solo para el mismo deportista sino para el equipo completo. En el peor de los casos puede desembocar en el fracaso y abandono de la práctica deportiva. Se acaba consiguiendo justo el efecto contrario al que se busca, al margen de estar adulterando la planificación deportiva que el club ha preparado para el equipo y para el jugador en particular. Esta manera de actuar lleva consigo un riesgo mayor de lesión del deportista al no respetar los períodos de descanso necesarios para la recuperación entre sesiones.
Estos padres no entienden que el club, el entrenador y, en muchos casos, el servicio médico del club o el preparador físico, planifican la temporada con una serie de sesiones de entrenamiento, partidos, torneos y descansos. Actúan por su cuenta buscando la excelencia del equipo de su hijo sin pensar, incluso contactando con torneos que ellos creen que son los idóneos para el equipo de su hijo, volviendo a pasarse la planificación “por la derecha” sin ser conscientes que están interfiriendo en el trabajo del club y del entrenador.
Llegados al mes de enero-febrero, empiezan a “moverse” para colocar a su hijo en el “mejor” equipo. Empieza la presión al entrenador de turno y al club para que “fiche” a los mejores jugadores para tener un superequipo. Parece que lo más importante es eso, tener el mejor equipo. No importa si los chavales evolucionan o no evolucionan. Quizás dan, únicamente, importancia al hecho de “ganar” por encima de pararse a pensar si son capaces de entender el juego.
Por lo tanto se ha pasado de chillar en la grada y dirigir al jugador a intentar hacer de padre, entrenador, director técnico y, muchas veces, de presidente del club, todo en aras de hacer de su hijo un crack.
Es evidente que esto no lo hacen todos los padres pero es preocupante que cada vez esté más extendido en el deporte de formación. Probablemente sea un efecto de lo que vemos por televisión pero no hay que olvidar que ellos son profesionales.
Hay otros variables como los castigos sin entrenar o jugar por no rendir en los estudios. En este sentido hay varios estudios que confirman que los niños que hacen deportes de equipo obtienen mejores resultados académicos y rinden mejor en el colegio.
Una investigación de la Universidad de Vrije (Holanda) concluye que el deporte contribuye a potenciar las capacidades cognitivas, mejorando la función cardíaca y aumentando los niveles de endorfinas y la conexión entre neuronas, lo cual repercute positivamente en la actividad académica.
Otro estudio, desarrollado por el Observatorio de Estudios del Comportamiento de ESADE y Danone, concluyó que el 37% de los niños que han empezado a practicar deporte han obtenido mejores notas que el resto. Además, estos niños hacen más deberes y mejoraron sus resultados académicos del 17,80 al 37,03%.
El Instituto Universitario de Ciencias de la Actividad Física, de la Universidad Católica de Valencia, argumenta que la práctica del deporte aumenta el rendimiento cognitivo hasta un 25%.
Estamos ante una norma, bastante extendida, que tiene una gran incidencia en el deportista. Probablemente lo que necesita un deportista de formación es, simplemente, una mejor organización y gestión de su tiempo para poder hacer todas sus actividades de la mejor manera posible.
Por otra parte tenemos, en muchas ocasiones, el reflejo de la frustración deportiva que algunos padres proyectan en sus hijos. Esos padres que quieren que sus hijos lleguen a donde ellos no pudieron y para ello ejercen una presión desmesurada que hace que el deportista acabe desmotivado por esa presión o, en el peor de los casos, abandone de la práctica deportiva.
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